

Un rugido rasgó el impenetrable silencia de Chalbi, y después un grito, un grito humano. Rodrigo se sintió sacudido por la sorpresa.
¡Juanma! - farfulló, y sin quererlo sus piernas empezaron a moverse y corrieron con rapidez. No tardó en ver a Juan Manuel, oculto tras un termitero, al otro lado del cual una ululante jauría de hienas lo estaba acosando. Por detrás de ellas, a poca distancia, un león observaba la escena, expectante, como si esperara a que las hienas abatieran la presa para despúes abalanzarse él sobre el trofeo...